miércoles, 16 de enero de 2013

EL TANGO ARGENTINO, FOLCLORE URBANO DE IMPROVISACIÓN





“Originario de la orilla de Buenos Aires, con perfecta localización geográfica, empírico, vigente y anónimo, transmitido oralmente y funcional, tiene todas las condiciones requeridas por las mayores exigencias del hecho folclórico… Su nacimiento porteño se sitúa en los “barrios bravos” de Buenos Aires del 900…”

Víctor Jaimes Freyre, Mi buen amigo el Folclore (1963)



por CLAUDIO MADAIRES
claudio.madaires@gmail.com




No hay folclorista que conozca que niegue que el tango de Buenos Aires es folclore.

El tango es un folclore argentino diferente en dos aspectos basales del gauchesco típico. Primero, a diferencia de danzas tradicionales populares como la chacarera, la zamba, el triunfo, el escondido y muchísimas otras, el tango es una danza folclórica «urbana» en vez de «campera». Segundo, el tango es una danza de improvisación, no coreográfica como son casi todas las danzas camperas gauchas del país.

Estas dos diferencias son fundamentales para entender la esencia del tango argentino folclórico.

Respecto a la segunda diferencia, unas pocas palabras:

Cuando bailamos una chacarera, por ejemplo, repetimos coreografías establecidas por la creatividad popular desde hace generaciones. Avance, retroceso, giros, vueltas completas, zapateo, zarandeo... La chacarera se aprende de una vez para siempre; improvisamos pequeñas variaciones sin afectar su esencia. En cambio, la naturaleza del auténtico tango es anticoreográfica. 

El tango folclórico se resiste a lo coreográfico.

La creatividad se impone en el tango folclórico. Si bien hay muchas figuras clásicas legadas por la tradición, las cuales hay que aprender para entender los orígenes, éstas son apenas un marco de baile elemental.
Nunca se baila un tango dos veces igual. Esta es la regla de oro del tango bailado.






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